CAPÍTULO
2 -
"Los
discípulos lo escribieron"
Se nos dice a menudo que los reportes
sobre Jesús deben ser rechazados porque fueron los discípulos los que los
escribieron, y por eso no pueden ser objetivos. Algunos sostienen que los
Evangelios fueron escritos porque la iglesia primitiva quería enaltecer a Jesús
y por eso no pueden ser confiables. Estamos en desacuerdo, por los siguientes
motivos:
¿Es o no es verdad lo que ha
sido escrito y dicho? En primer lugar, la cuestión no es
quién escribió los Evangelios, sino saber si lo que ellos detallan por escrito
es cierto. El hecho que fueron los discípulos de Jesús quienes los escribieran
no es decisivo, lo único importante es que hayan dicho la verdad. En realidad
solamente importa que se diga la verdad, no la relación de los escritores con
los hechos:
- (2 P 1:16) Porque no os hemos
dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo
fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios
ojos su majestad.
- (Jn 21:24) Este es el discípulo que
da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su
testimonio es verdadero.
La apreciación de
Jesús. El hecho que los discípulos
consideraran a Jesús como el Hijo de Dios y a sus palabras dignas de ser
preservadas, sugiere que ellos se habrían esforzado por preservarlas en su
forma original. Cuánto más valiosa sea considerada una persona por alguien,
tanto más exactamente tratará ella de preservar sus palabras en su forma
original. El valor de Jesús motivó que sus discípulos preservaran su mensaje
con exactitud. Muchos investigadores, por supuesto, sostienen la opinión
contraria.
- (Jn 6:68,69) Le respondió Simón
Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.
69 Y nosotros hemos creído y conocemos
que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Relaciones entre los
rabinos y sus discípulos. Otro punto que
respalda la veracidad de los relatos es la relación entre los rabinos y sus
discípulos. En la sociedad de ese tiempo, las enseñanzas de los rabinos famosos
se consideraban “santa tradición” y debían ser aprendidas cuidadosamente de
memoria y entonces compartidas con otros. La relación de Jesús con sus
discípulos probablemente era de ese tipo; y además, Jesús no fue un rabino
común; sus discípulos creyeron en Él como el Mesías enviado por Dios. No se
hubieran atrevido a cambiar sus palabras, o agregar algo a ellas.
¿Qué habrían
ganado mintiendo? Si las historias sobre Jesús no fueran verdad, tendríamos
que preguntarnos qué beneficio habrían sacado sus discípulos por mentir. Los
hechos demuestran que la mayoría de ellos tuvo que sufrir por causa de su
mensaje; once de los doce apóstoles sufrieron muerte de mártires (¿cuántos
teólogos liberales están dispuestos a morir por sus creencias?). Habría sido un
milagro extraordinario que doce hombres inventaran una mentira sin ningún
motivo, y luego estuviesen dispuestos a morir para apoyar esa mentira. La
siguiente cita se refiere al escaso beneficio que los discípulos habrían podido
obtener de su supuesta mentira.
“Además, he notado que la Biblia
siempre se refiere a eventos grandes y públicos. Si estos no hubiesen sucedido
realmente, para sus enemigos -que siempre fueron la mayoría- la anulación de la
información de la Biblia no habría sido un problema. Pero nadie lo ha logrado.
Al contrario, se han robustecido con los desprecios y burlas que sufrió el
mensaje bíblico. También he notado que los que testificaron estos eventos
estuvieron listos a morir por ello. Permanecieron firmes aunque eso no los
benefició de ninguna manera externa, sino que solamente les causó problemas,
sufrimientos y muerte. ¿Por qué harían algo así si no hubieran estado
convencidos de su veracidad? ¿Por qué habrían testificado Pedro, Juan y Tomás y
otros que Jesús resucitó de los muertos si no lo hubiesen visto? ¿Por qué
habrían de quedarse estancados en su testimonio, si hubieran sabido que eso
sólo les traería muchos sufrimientos? Podemos leer sus respuestas en 2 P 1:16-
21 and 1 Jn 1:1 - 3.” (4)
La descripción de Jesús. La
suposición de que los discípulos idealizaron la imagen de su maestro como si
fuera celestial no es verdad. Si hubieran hecho eso, seguramente habrían creado
otro tipo de persona: habrían creado algún tipo de rey victorioso. El Doctor C.
Ernst Luthard escribió al respecto:
“Si los discípulos habrían inventaron una imagen del
Mesías de acuerdo a sus expectativas, ciertamente lo hubieran hecho de manera
diferente. Habrían creado un hijo del rey David, no un profeta de Galilea,
crucificado y resucitado. La realidad externa de la historia de Jesús era más
un obstáculo que una ayuda para su fe, porque no estaba de acuerdo con sus
deseos. Solo la influencia de la personalidad de Jesús los elevó por encima de
todos los insultos hacia su fe y les aseguró que Él era el Mesías.” (5)
La disposición de Pablo. Los siguientes versículos describen el carácter de Pablo, el hombre que
escribió la mayoría de las cartas en el Nuevo Testamento. No es de suponer que
una persona como Pablo podría ser acusado de mentir:
- (2 Co 12:14,15) He aquí, por tercera
vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco
lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres,
sino los padres para los hijos.
15 Y yo con el mayor placer
gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas,
aunque amándoos más, sea amado menos.
- (2 Co 2:3,4) Y esto mismo os escribí,
para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me
debiera gozar; confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros.
4 Porque por la mucha tribulación y
angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis
contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os
tengo.
- (Ro 9:1-3) Verdad digo en Cristo, no miento,
y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,
2 que tengo gran tristeza y continuo
dolor en mi corazón.
3 Porque deseara yo mismo ser anatema,
separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la
carne;
- (2 Ti 3:10,11) Pero tú has
seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia,
11 persecuciones, padecimientos,
como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones
que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor.
- (Fil 3:17) Hermanos, sed imitadores
de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en
nosotros.
Hallazgos arqueológicos y otros.
Muchos hallazgos arqueológicos y de otra clase prueban la
veracidad de los evangelios. Indican que esos escritos reflejan fielmente las
condiciones y estilos de vida de la sociedad de ese entonces. Por ejemplo, el
arqueólogo e investigador William Ramsay – un hombre que examinó el evangelio
de Lucas y especialmente la confiabilidad del libro de los Hechos de los
Apóstoles, sostuvo:
“Al comienzo mi reacción hacia eso fue negativa, en tanto
que la ingenuidad y las aparentes conclusiones de la teoría de Tubing me
convencieron plenamente en cierto punto. (…) Gradualmente comprendí que los
diferentes detalles del relato (bíblico) eran sorprendentemente veraces. Cuando
comencé estaba seguro que el libro había sido escrito en el segundo siglo, y
que no era confiable relatando las condiciones durante el primer siglo, pero
lentamente hallé que era un aliado útil en algunas investigaciones difíciles.”
(6)
Ramsay también se refiere a
Lucas como historiador:
“Lucas es un historiador de primera línea; él describe los
hechos confiablemente, pero además muestra una genuina comprensión de la
historia; él incorpora la línea de los principales desenvolvimientos históricos
y los presenta proporcionalmente de acuerdo a la importancia de cada caso.
Lucas toma eventos importantes y decisivos y al tratar con ellos extensamente
muestra el punto de vista correcto, pero también trata temas brevemente, los
que a su entender solamente son insignificantes o sin ninguna importancia. En
resumen, este autor debería estar entre los grandes historiadores.” (7)
A.N. Sherwin-White, un
investigador de la época clásica que ha sido considerado como el experto
prominente de la ley de Roma, también escribió sobre la confiabilidad de los
Hechos de los Apóstoles (Roman Society and Roman law in the New testament,
Oxford: Oxford university press, 1963, p. 173). Sostuvo él que los intentos de
negar esa confiabilidad son absurdos:
“La precisión histórica del libro de los Hechos ha probado
ser asombrosa. (…) Cualquier intento de rechazar la calidad histórica de los
Hechos, aún en pequeños detalles, parece absurda. Investigadores de la historia
de Roma durante mucho tiempo lo han considerado como auto evidente.”
El reconocido arqueólogo Nelson
Glueck escribió (Rivers of the Desert, 1959, p. 31) acerca de la
arqueología narrada en la Biblia. Él sostiene que los hallazgos arqueológicos
confirman la confiabilidad histórica de la Biblia:
“Hablando con certeza y de manera absoluta, ningún simple
hallazgo arqueológico jamás ha cuestionado algún pasaje de la Biblia. Se han
hecho decenas de hallazgos arqueológicos que confirman los informes de la Biblia,
tanto en líneas generales como en detalle.” (8)
Milagros. Afirmar que los milagros hechos por Jesús y su resurrección no podrían
haber existido en realidad, no es consistente con otras fuentes:
- El historiador judío Josefo
escribió sobre los milagros y la resurrección de Jesús
- El Talmud, que contiene
escritos de los judíos religiosos de aquel tiempo (mayormente fariseos),
menciona milagros hechos tanto por Jesús como por sus discípulos, aunque el
Talmud advierte a todos por su propia seguridad para que no acudan a los
discípulos de Cristo, ni siquiera en peligro de muerte.
- En un fragmento de los
escritos de Quadratus, se mencionan milagros de Jesús y cómo él resucitó a
personas de entre los muertos. Algunas de esas personas que fueron resucitadas
estaban con vida cuando se escribieron esos textos.
- En la carta de Barnabás, (está
en el libro “Los Padres Apostólicos) se mencionan los milagros de Jesús.
Relatos adicionales fuera de la
Biblia. Otros textos adicionales a los escritos hallados
en los Evangelios son esencialmente similares a aquellos escritos por los
discípulos. Esos relatos nos brindan la siguiente imagen de Jesús:
- Jesús era un hombre lleno de
sabiduría, si es que se le puede llamar un hombre (Josefo).
- Jesús era conocido por el nombre de
Jesús de Nazaret. (Talmud).
- Él dijo que no vino a abolir la ley,
sino a cumplirla. (Talmud).
- Él era un maestro. (Josefo, Talmud).
- Jesús tenía discípulos. (Talmud).
- Él realizó milagros. (Josefo,
Talmud).
- Sus discípulos sanaron a los enfermos
e hicieron milagros (Talmud).
- Pilato (26-36 A.D.) lo condenó a la
muerte (Tácito, Josefo) por la incitación de judíos influyentes (Josefo)
durante el gobierno del emperador Tiberio (14-37 A.D.). (Tácito).
- Fue condenado a la muerte en la cruz
(Josefo, Tácito, Thallus, Talmud).
- Había tinieblas durante su
crucifixión (Thallus).
- Fue crucificado durante la Pascua.
(Talmud).
- Resucitó de entre los muertos.
(Josefo).
- Los seguidores de Jesús lo
consideraron a Él como Dios y lo alabaron cantándole himnos. (Pilinius el
joven).
- Jesús tuvo seguidores judíos y
griegos. (Josefo).
- La fe en Jesús se originó en Judea.
(Tácito, Josefo) y de allí se difundió a Roma. (Tácito).
- A los seguidores de Jesús se los
llamaba cristianos. (Josefo, Tácito, Suetonius, Pilinius el joven).
- Jesús tenía un hermano llamado
Jacobo. (Josefo).
- Jesús era llamado Cristo o el Mesías.
(Josefo).
Otros
puntos que son EVIDENCIA de la VERACIDAD de los evangelios. Además de las referencias externas mencionadas arriba,
los siguientes argumentos también demuestran la confiabilidad de los
Evangelios:
Material desfavorable desde el
punto de vista de los escritores. Un argumento que prueba la
veracidad de los Evangelios es la información desfavorable que contiene (sobre
los escritores y Jesús) lo que ciertamente habría sido dejado fuera si los
discípulos no hubieran tratado de ser veraces y contar como eran realmente las
cosas. Puntos desfavorables son, por ejemplo, el hecho que Jesús no pudiera
hacer milagros en Galilea (Mr. 6:5) y que sus hermanos no creyeran en Él (Jn
7:5), que muchos lo abandonaran y ya no lo siguieran (Jn 6:66); lo que Jesús le
dijera al joven rico: “¿Por qué me llamas bueno?” (Mr.10:18), que algunos
dijeran que Jesús obraba milagros por el poder del diablo (My 12:24), el que
Pedro lo negara (Mt. 26:69-75), que algunos dudaran cuando vieron al Señor
resucitado (Mt.12:24) y también el miedo de los discípulos que se encerraron a
puertas cerradas (Jn 20:19).
La existencia de estas referencias negativas en el texto
confirma fuertemente la exactitud histórica de los hechos.
“No hay una clara razón – excepto que los escritores
querían relatar las cosas tal como estas sucedieron - por la cual los
Evangelios incluyen un detalle tan extraño como el grito de Jesús en la cruz:
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Si el principal objetivo de
los escritores de los Evangelios era describir a Jesús como el Mesías (“el
ungido”) y como el Hijo de Dios, de ninguna manera habrían incluido ese
pasaje en sus informes. ¡Y con certeza ellos no habrían sido capaces de
inventarlo!” (9)
Grandes eventos públicos y
multitudes. Una fuerte razón que prueba la
exactitud histórica de estos eventos son las multitudes de miles de personas
que se reunieron tanto en las actividades de Jesús como en la de los apóstoles.
También en sus discursos públicos, los apóstoles pudieron referirse al hecho
que los oyentes mismos tenían conocimiento de cosas que habían sucedido, y que
por ende, no estaban fuera de su alcance (Hechos 2:14-36, 3:12-26, 7:2-53,
13:16-41, 17: 22-31, 22:3-21, 24:10-21, 26:2-23).
Ciertamente habría sido imposible hablar o escribir sobre estos
temas o lograr que miles de personas creyesen en Cristo si eso realmente no
hubiera sido cierto, puesto que había muchos testigos hostiles alrededor, que
habrían anulado inmediatamente cualquier información incorrecta. Los siguientes
versículos se refieren a grandes multitudes:
- (Mat 4:24,25) Y se difundió su
fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los
afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y
paralíticos; y los sanó.
25 Y
le siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea
y del otro lado del Jordán.
- (Mr 3:8) Y de Judea, 8 de Jerusalén,
de Idumea, del otro lado del Jordán, y de los alrededores de Tiro y de Sidón,
oyendo cuán grandes cosas hacía, grandes
multitudes vinieron a él.
- (Mt 14:16,20,21) Jesús les dijo: No
tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer.
20 Y comieron todos, y se saciaron; y
recogieron lo que sobró de los pedazos, doce cestas llenas.
21 Y
los que comieron fueron como cinco mil hombres, sin contar las mujeres
y los niños.
- (Mt 16:9-11) ¿No entendéis aún, ni os
acordáis de los cinco panes entre
cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis?
10 ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas
recogisteis?
11 ¿Cómo es que no entendéis que no fue
por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de
los saduceos?
- (Hch 2:22,40,41) Varones israelitas,
oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con
las maravillas, prodigios y señales que
Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;
40 Y con otras muchas palabras
testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
41 Así que, los que recibieron su
palabra fueron bautizados; y se
añadieron aquel día como tres mil personas.
- (Hch 26:24-26) Diciendo él estas
cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo; las muchas
letras te vuelven loco.
25 Mas él dijo: No estoy loco,
excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura.
26 Pues
el rey sabe estas cosas, delante de quien también hablo con toda
confianza. Porque no pienso que
ignora nada de esto; pues no se ha hecho esto en algún rincón.
- (Hch10:37,38) Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde
Galilea, después del bautismo que predicó Juan:
38 cómo Dios ungió con el Espíritu
Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y
sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Varias personas muy conocidas. La Biblia habla de personas influyentes que son conocidas en la Historia (Herodes
el grande, Pilatos, Caifás, Herodes Agripa, Gamaliel, el procónsul Sergio
Paulo, el procónsul Galio, el rey Agripa, el gobernador Festo, etc) y
relata grandes eventos públicos. Si esos eventos no se hubieran llevado a cabo,
no habría sido difícil a los oponentes del Evangelio invalidar la información
de la Biblia, puesto que ellos siempre eran mayoría y muchos aún vivían cuando
el Nuevo Testamento fue escrito. Como dijo Policarpo, un discípulo del apóstol
Juan:
“Tan firme es el fundamento en el cual estos Evangelios se
apoyan que hasta los heréticos mismos aportan pruebas a favor de ellos, y de
eso cada uno trata de elaborar sus propias doctrinas especiales. (10).
Todas las cosas tienen su causa.
Debe haber alguna razón por la cual la Iglesia Cristiana
del primer siglo comenzó a crecer explosivamente, porque nada viene de la nada.
Si Jesús mismo no fue la causa, entonces debemos buscar otra razón.
¿Por qué habríamos de buscar otras causas o personas –acerca de
las cuales las Fuentes históricas nada dicen- si existe suficiente respaldo
demostrando que Jesús causaba los impulsos? Si Él no hubiera sido considerado
como el Hijo de Dios, y su resurrección y sus milagros como hechos; si su vida no
hubiese sido el cumplimiento de profecías; si su obra como Salvador no hubiera
pagado nuestros pecados (¡la cosa más importante!), entonces con
seguridad nadie podría haber escrito sobre él. Si Él no hubiera sido diferente
a todas las demás personas en todo sentido, no habría razones para escribir
sobre Él. La única razón válida para escribir sobre Él debió haber sido que los
hechos realmente ocurrieron, y los discípulos –los testigos- querían registrar
su testimonio:
- (Lc 24:47,48) Y que se predicase en
su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén.
48 Y vosotros sois testigos de estas
cosas.
Detalles precisos. Si muchos informes de la Biblia no fueran veraces, no podría haber detalles
exactos en ellos: Los Evangelios y el libro de los Hechos están llenos de esos
detalles. Muchas historias no incluyen detalles precisos, mientras que los
Evangelios incluyen muchos: eso indica que las personas que testificaron y
experimentaron esos eventos estuvieron presentes. La siguiente cita se refiere
a eso:
“El relato de los Evangelios está lleno de pequeños
detalles que no están relacionados directamente con el tema principal de la
historia. Los historiadores (y los abogados) comúnmente tienen la opinión de
que esto indica la existencia de un testimonio ocular (o por lo menos de un
informe brindado por un testigo ocular). Por ejemplo Juan menciona cómo él le
ganó a Pedro en la carrera hacia la tumba. Llega a decir que miró dentro de la
tumba y vio los lienzos de lino allí, pero él personalmente no entró. Pero
Pedro entró a la tumba, y vio “el sudario que había estado sobre la cabeza de
Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte" (Jn
20:4-8).
No hay motivos evidentes para agregar esos detalles; no aportan nada a
lo que es esencial en el relato. Al contrario, son absolutamente inesperados.
¿Quién inventaría intencionalmente un informe en el que la conclusión podría
haber sido que Jesús resucitó de la muerte desnudo? Esos detalles pueden
significar una cosa solamente: que todo sucedió de esa manera.” (11)
No es mitología. Aún cuando los Evangelios hablan de cosas sobrenaturales, no incluyen
ningún elemento mitológico. Al contrario, son muy moderados en describir las cosas.
Las faltas y defectos de los discípulos son descritos en forma muy realista. No
son presentados como héroes y heroínas invencibles, lo cual era normal en las
historias narradas por los pueblos antiguos. Otro argumento que demuestra la
confiabilidad de las historias es, naturalmente, el que fueron escritas solo
unas pocas décadas después de los hechos y cuando todavía había opositores
hostiles. En un período de tiempo tan corto como ese no podrían haberse formado
leyendas dignas de atención.
C.S. Lewis, quien fuera profesor en la Universidad de Oxford,
refiriéndose al contenido de los Evangelios y a cómo éstos en nada se parecen a
las leyendas, escribió:
“Como un investigador de historia literaria, estoy
completamente convencido de que, sea lo que fueren los evangelios, por lo menos
no son leyendas. He leído cantidad de leyendas y para mí está completamente
claro que ellos no son eso. ”
LA SIMPLICIDAD DE LOS HECHOS. Algunos investigadores afirman que los Evangelios no son confiables porque
se contradicen unos a otros y el orden de los eventos cambia. Piensan que por
esos motivos su confiabilidad histórica se debilita y se convierten en indignos
de confianza.
Sin embargo, decimos que a esos investigadores el árbol no les
deja ver el bosque. Es decir, no pueden distinguir entre el panorama general y
detalles superficiales (o como dijera Jesús: “Vosotros guías ciegos, coláis
un mosquito y dejáis pasar un camello.” (Mt. 23:24). Lo que debería ser lo
más importante es que Jesús existió, no en qué orden Él dijo o hizo cosas (a
pesar de que podemos ver claramente un tipo de orden de los hechos). ¿O
tendríamos que asumir que los Evangelios deberían ser exactamente los mismos,
palabra tras palabra? ¿No se utilizaría eso para sostener la idea de que los
Evangelios son meras historias inventadas? (Por ejemplo, cuando sucede un
accidente de tránsito, los testigos oculares pueden tener pequeñas diferencias,
pero eso no convierte al hecho en algo nulo: el accidente de hecho sucedió.)
Así, debemos entender que esas pequeñas contradicciones son
insignificantes y no esenciales con respecto al todo. En vez de ello, lo
decisivo es que el Evangelio da la respuesta a la pregunta más importante:
quién era realmente Jesucristo. Ellos apuntan hacia Él, quien por cierto es lo
más importante.
De modo que lo más esencial para nosotros ciertamente es si
Jesús existió o no, qué dijo e hizo, y si recibimos o no su mensaje. Veremos
aún estos tres temas separadamente:
¿Existió Jesús? Primero de todo viene la pregunta si Jesús vivió, o
sea, si Él es una persona histórica. En realidad, ya hemos contestado esta
pregunta, cuando vimos que Él realmente existió y vivió en el mundo. Además de
los Evangelios, se refieren a Él historiadores como Josefo, Tácito, Suetonius,
Pilino el joven, Thallus, y el Talmud. Ellos indican que una vez Jesús vivió en
este mundo.
La Enciclopedia Británica (15˚ edición, III, pág. 145) se
refiere a esas otras fuentes que hablan acerca de Cristo:
“Estos reportes separados prueban que en los tiempos
antiguos aún los enemigos del Cristianismo nunca dudaron de que Jesús haya sido
una persona histórica. La primera vez que eso fue cuestionado fue por varios
escritores al final de los años 1700, en los años 1800 y al comienzo de los
años 1900, con insuficientes pruebas.”
Gottlieb Klein era el principal
rabino en Estocolmo. Martin Buber, filósofo y teólogo Hasídico, afirmó cierta
vez que Godlieb Klein sabía más de literatura judía desde el tiempo del segundo
templo que cualquier otro. Klein escribió en su libro ¿Es Jesús una Persona Histórica? que Jesús realmente vivió sobre la
tierra:
“Mi conclusión, a la que no he arribado
en el último minuto, sino que ha sido formada en más de tres décadas como un
resultado del estudio de la historia del Nuevo Testamento, puede sintetizarse
como sigue: Ninguna otra doctrina del mundo antiguo tiene un registro escrito
tan amplio, tan exacto y tan personal como la de Jesús. Podemos ver y oír una
persona real y específica ante nuestros ojos, que tiene las características de
su tiempo y que solamente puede ser explicado a la luz de las condiciones
prevalecientes durante su propio tiempo y circunstancias. En vano buscar el
monoteísmo ético de otro lugar, siendo que Jesús lo predicó en el espíritu de
un profeta y con ellos. En vano buscar un mundo intelectual judío en otro lugar
que en donde Jesús se movió. Por lo tanto, el hecho histórico seguro, que
ningún profesor puede cambiar, es: Jesús es una persona histórica.” (12).
Lo que dijo e hizo Jesús. La siguiente cuestión tiene que ver con lo que
Jesús dijo e hizo. Podemos creer que los Evangelios tienen suficiente
información sobre esto. Estos escritos indican, por ejemplo, que Jesús es el
único camino a Dios y que Él vino a cumplir la ley, lo cual es la base para el
perdón de los pecados para cualquiera. Muchos versículos indican la importancia
de Jesucristo:
- (Jn 8:24) Por eso os dije que
moriréis en vuestros pecados; porque
si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
- (Jn 8:45,46) Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis.
46 ¿Quién de vosotros me redarguye
de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
- (Jn 5:40) Y no queréis venir a mí para que tengáis vida. 41 Gloria de los
hombres no recibo.
- (Jn 14:6) Jesús le dijo: Yo soy
el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Recibir o rechazar el mensaje. La tercera cosa es recibir. Aunque Jesús ya es el camino al cielo, y de pura
gracia ha cumplido la ley en nuestro lugar, también hay algo que nosotros
tenemos que hacer. Tenemos que querer ir a Él y darle nuestras vidas a Dios. La
gracia ya ha venido por medio de Jesús, pero podemos rechazarla, si le damos la
espalda a Dios. Por eso, no rechaces la misericordia de Dios ni menosprecies
este importante asunto:
- (2 Co 6:1) Así, pues, nosotros, como
colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la
gracia de Dios.