CAPÍTULO
1 -
Los
Evangelios puestos a prueba
PreconceptOS.
En la
introducción se mencionó que hay ciertos investigadores que niegan la veracidad
histórica de la Biblia. Pueden pensar que sus historias no son ciertas, o que
sólo son descripciones religiosas que se formaron gradualmente con el correr
del tiempo.
Es común en la “alta crítica”
la siguiente característica: muchos investigadores han decidido de antemano lo
que puede y lo que no puede suceder. Ellos decidieron, antes de comenzar su
investigación –que nada sobrenatural es aceptable. Ni siquiera admiten la
posibilidad:
“Los teólogos liberales que aparecen en los medios
hoy en día ni siquiera trataron de establecer, a la luz de la evidencia histórica,
si la visión de la Biblia de un Jesús sobrenatural es correcta o no. Ellos comienzan por asumir que está mal. Por
eso lo único que intentan hacer es determinar (en su opinión) cómo se formó el
mito de Jesús en la Biblia. Ellos deben explicar de alguna manera cómo un
hombre ordinario, en la mente de sus sucesores, fue transformado en el Hijo de
Dios, de quien se dice que proclamó ser Dios e hizo milagros, incluso resucitó
a personas que habían muerto.
¡El punto
de partida para estos investigadores es que los Evangelios no pueden ser
ciertos! Parten de la suposición que el nacimiento virginal, las curaciones
milagrosas y la resurrección de los muertos no pudieron haber sucedido y que
por eso ellos tienen que explicar por
qué los primeros seguidores de Jesús supusieron
que esas cosas sucedieron. La explicación simple y razonable de que esas cosas realmente han sucedido no es
considerada como una “explicación” plausible.” (1)
En cuanto a Jesús, algunos investigadores han presentado “con certeza” y
omniciencia que las cosas especiales que pasaron en la vida de Jesús, como su
nacimiento virginal, la resurrección y otras, no pueden ser verdad porque no
son admisibles “desde el punto de vista del mundo científico.”
En el prefacio de su famoso libro The
Life of Jesus, D.F. Strauss
trata bien este tema. Quizás él sea un ejemplo típico de la actitud
predominante entre ciertos eruditos:
“En resumen, podemos rechazar todos los
Milagros, profecías y relatos acerca de ángeles y demonios y también todo lo
que es simplemente imposible y está en conflicto con las bien conocidas leyes
universales que rigen los actos.”
El muy conocido teólogo Adolfo von Harnack comentó sobre el mismo tema:
“Nosotros estamos completamente convencidos que todo
lo que sucede en el tiempo y el espacio acontece de acuerdo a las leyes
naturales. Cualquier “milagro” que altere el orden natural no puede suceder.
(Adolf von Harnack, ¿Qué es el
Cristianismo? pág. 28-29, New York, Putnam, 1901)
El hecho que algunos investigadores digan que los milagros o hechos
sobrenaturales no puedan existir, es una suposición drástica y contradictoria.
Se basa en sus preconceptos, y no en algo de lo que nosotros podemos estar
seguros. En todo caso el que haga declaraciones como esas tendría que tener
ilimitados conocimientos de la historia universal. Si alguien declara: “Sé que
los milagros no pueden ocurrir”, es lo mismo que si dijera que sabe todos los
acontecimientos que sucedieron en la historia del mundo. Esa persona debería
saber todo lo que ha sucedido siempre, perfectamente.
Pero, ¿cuál es la verdad? ¿No
es que tan sólo conocemos una diminuta parte de todo lo que ha sucedido? Así,
si el círculo de abajo describe todos los hechos que han ocurrido en la
historia de la humanidad, vemos que la parte que conocemos es pequeña. Es
imposible que podamos saber qué es posible basados en esta pequeña área:
Por lo tanto, debemos entender que el punto de vista de esos investigadores
está basado solamente en sus preconceptos y no en algo seguro y real. Ellos son
“hijos del tiempo”, como todos los demás y es por eso que creen esto:
Sócrates: Esa es exactamente
mi pregunta, profesor: milagros. Creo que es una pregunta más importante que
todas las otras que ha presentado en su conferencia, que por cierto fue
perfecta. ¿Sucedieron realmente milagros alguna vez? ¿Y cómo podemos saber si
sucedieron o no? ¿Cómo saber la verdad con respecto a esto?
Profesor: Una pregunta muy
pero muy buena, Sócrates. Pero en mi opinión, mi ponencia ya lo ha explicado
perfectamente.
Sócrates: Entonces me lo
habré perdido, porque me pareció que usted no dio ninguna respuesta. En mi
opinión su ponencia solamente se refirió a la historia del debate entre la
ciencia y la religión.
Profesor: Hablé de ambos temas, de los milagros y los hechos sobrenaturales. Traté
de indicar que la creencia en milagros siempre surge en épocas pre-científicas
y desaparece en épocas científicas, como en nuestro tiempo. La clave del asunto es, a mi entender,
absolutamente simple y aparente.
Sócrates: ¡Qué barbaridad,
profesor! Me temo que tiene un verdadero enredo en sus manos. Porque realmente
no entiendo cómo es que, por el hecho que mucha gente hoy en día no crea en
milagros, se saque la conclusión lógica de que los milagros nunca sucedieron.
Profesor: Yo no quise decir
eso.
Sócrates: Bueno, esperaba no
haberlo interpretado mal.
Profesor: ¿Por qué lo dices?
Sócrates: Porque ese
argumento habría asumido que todo aquello en que la gente ya no cree más nunca
existió. Esa sería una suposición muy extraña, pues significaría que podemos
cambiar el mundo con tan solo cambiar nuestras creencias, e incluso cambiar el
pasado.
Profesor: ¿Cambiar el
pasado?
Sócrates: Sí, si es que
sería como usted sostiene: que en el pasado nunca sucedieron milagros porque la
gente científica del tiempo presente no cree en ellos.
Tomás: Sócrates, eso no es
justo. Haces que la suposición del profesor parezca una tontería.
Sócrates: Al contrario, mi
intención es absolutamente la opuesta: apartarlo claramente de las tonterías,
no enredarlo con ellas. (…) (2)
¿QUIÉN PUEDE SER UN TESTIGO? Es bueno notar que si,
por ejemplo, la resurrección de Jesús o su nacimiento virginal u otras cosas
similares no son tomados como ciertos, eso se debe solamente a un punto de
vista filosófico y no es algo seguro basado en hechos. Un punto de vista que en
realidad está relacionado con el deísmo y que niega la intervención visible de
Dios en el mundo, tanto en el pasado como en el presente.
Pero, es bueno preguntar si
vale la pena que confiemos en investigadores de hoy y en sus “seguras”
opiniones, o en lo que testigos oculares han visto personalmente, escrito y
dicho. Varios pasajes de la Biblia relatan cómo las personas mismas fueron
testigos oculares y también oyentes. Además, el evangelista Lucas dijo que él
trató de estudiar el trasfondo de los temas que eran tenidos por ciertos. Es
decir, él seguramente entrevistó a personas acerca de esos hechos (o si hay un mejor método científico que la
observación ocultar y la minuciosa investigación de los hechos –lo que hizo
Lucas, por ejemplo- que los investigadores nos lo hagan saber):
- (2 P 1:16) Porque
no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo
siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo
visto con nuestros propios ojos su majestad.
- (Jn 1:14) Y
aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad.
- (1 Jn 1:1-3) Lo que era desde el
principio, lo que hemos oído, lo que
hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras
manos tocante al Verbo de vida
2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos,
y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos
manifestó);
3 lo
que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros
tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el
Padre, y con su Hijo Jesucristo.
- (Lc 1:1-4) Puesto que ya muchos han
tratado de poner en orden la historia de las
cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,
2 tal como nos lo enseñaron los que
desde el principio lo vieron con sus
ojos, y fueron ministros de la palabra,
3 me ha parecido también a mí, después de haber investigado con
diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh
excelentísimo Teófilo,
4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las
cuales has sido instruido.
Del mismo modo, Pedro y Juan también sostenían que decían la verdad:
- (Jn 19:35) Y el que lo vio da
testimonio, y su testimonio es
verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también
creáis.
- (Jn 21:24) Este es el discípulo
que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.
- (2 P 1:16) Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro
Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo
visto con nuestros propios ojos su majestad.
Así, al buscar un abordaje científico, ciertamente estamos sobre un
fundamento más sólido cuando confiamos en el reporte de testigos oculares, en
lugar de confiar en gente que vivió unos 2,000 años después y que no tiene
ninguna información propia acerca de esos eventos. ¿No es jactancioso y también
necio que alguien pretenda saber más que los testigos oculares?
O si alguien ahora pretende
saber más de lo que ellos sabían, ¿no sería algo así como si una persona
irrumpiría en la escena de un accidente que sucedió a cientos de kilómetros de
donde ella estaba, y pretendiese explicar todo “lo que realmente sucedió”?
¿Habría alguien que tomaría en serio ese tipo de testimonio?
EL JESÚS DE LOS ERUDITOS.
Una
consecuencia de los preconceptos de los investigadores, que deciden lo que
puede suceder y lo que no, es que han creado su propio Jesús. Como no han
creído en la Biblia así como está escrito, han sido forzados a dar una
explicación de cómo se originaron las historias acerca de Jesús.
Por eso, no es extraño en
absoluto que muchos investigadores liberales han buscado al “Jesús histórico” o
“cómo era realmente Jesús”, y han llegado a conclusiones contradictorias –
conclusiones que en realidad se anulan unas a otras. Algunas consideran a Jesús
un revolucionario social, otras como un pretendiente del título de Mesías, o
como un curandero común que sanaba por la fe, de los que había muchos; o un
genio religioso, o un maestro sabio que gradualmente fue transformándose en
alguien sobrenatural en la mente de sus sucesores hasta ser considerado el Hijo
de Dios.
En base a las conclusiones de
arriba podemos ver que la imagen que los investigadores tienen de Jesús no
tiene nada en común con la realidad ni tiene tampoco alguna información
histórica que la respalde. Al contrario, los eruditos están obligados a
utilizar los evangelios igual que cualquiera, y ese material no respalda su
particular punto de vista en absoluto. Así ellos –aunque hayan aparentado ser
desprejuiciados y científicos- se han visto forzados a confiar en sus
imaginaciones y adivinar, puesto que no disponen de ninguna información
concreta en sus manos. Además de eso, tienen una especie de versión condensada
del cristianismo – una versión que no puede ayudarnos en lo que respecta a la
eternidad:
Sócrates: ¿Es el
cristianismo su religión?
Profesor: Sí.
Sócrates: ¿Y en su religión
se habla de milagros?
Profesor: Sí.
Sócrates: ¿Cuáles son esos
milagros?
Profesor: La encarnación, el
sacrificio expiatorio de Cristo y la resurrección, por ejemplo.
Sócrates: ¿Qué significan
esas palabras?
Profesor: Esta bien, ya entiendo.
Sócrates no ha tomado conocimiento de estas cosas. Es una buena acción
explicárselas. Significan que el todopoderoso Dios vino en la persona de un ser
humano, murió y resucitó de entre los muertos para salvarnos del pecado, la
muerte y el infierno.
Sócrates: ¿Y, en su opinión,
eso no es esencial? Si eso realmente ha sucedido, si realmente se ha llevado a
cabo, ¿cómo puede descartase como si fuera una parte de sobra de una
vestimenta? ¿Qué es lo que queda entonces?
Profesor: Verdades
inmortales. Cómo vivir. Amor.
Sócrates: ¡Qué barbaridad! Todos ya saben eso. ¿Si su religión solamente se dedica
a esos grandes temas fundamentales, quién estará interesado en ella? ¿Por qué el
cristianismo en lugar de alguna otra cosa?
Profesor: Yo creo que tienen
que hacerle esa pregunta al profesor Cambiante en la conferencia científica
sobre religiones comparadas.
Sócrates: Yo hubiera querido hablar del tema con usted, ya que dice ser un
cristiano. Todavía no entiendo bien lo que significa. (…) (3)