CAPÍTULO 4 -
Marcas en la Tierra
Cuando hablamos de métodos de datación, las mediciones radiactivas a
menudo son mencionadas primero, aunque dan resultados muy indefinidos, como se
muestra en el capítulo anterior. Cuando se intenta determinar la edad de alguna
cosa, la medición radioactiva casi siempre se menciona en primer lugar.
Sin embargo, hay otros
métodos, es decir, métodos basados en observaciones prácticas en la naturaleza,
cuyos resultados normalmente son fracciones de las edades dadas por mediciones
radiactivas. Estos métodos basados en observaciones prácticas fueron utilizados
por un largo período de tiempo antes de la medición radiactiva pero fueron
rechazados poco después de que aparecieran nuevos métodos. Eso fue un error
crucial, porque la mayoría de los métodos se basaba en observaciones prácticas.
Además, uno debería notar que
si usamos estos métodos como criterio, sólo dan fracciones de las edades dadas
por la escala de tiempo geológico y otros muchos métodos radioactivos. Billones
o cientos de millones de años deben ser deducidos para que la escala de tiempo
geológico sea coherente con estos métodos:
Arthur Holmes (1896-1965) estudió la datación
de distintos períodos de la historia de la Tierra y trabajó con este problema
la mayor parte de su vida. Además, tuvo tiempo de escribir un libro de geología
excelente. Fue Holmes quien diseñó las primeras escalas de tiempo para las
distintas eras geológicas. A medida que surgían las mediciones radiactivas, las
rocas comenzaron a envejecer rápidamente. Todos los otros métodos de datación
fueron rápidamente rechazados, aunque varios problemas nuevos emergieron, tales
como la cuestión de dónde desapareció el sodio, ya que había sido conducido al
mar en un período de billones de años, y el mar – según Joly – debió haber
alcanzado su salinidad actual en 90 millones de años. (Nils Edelman, Viisaita ja veijareita geologian maailmassa,
pág. 218)
LA ACUMULACIÓN DE SEDIMENTOS, EL FLUJO DE
MINERALES AL MAR Y LA VELOCIDAD DE EROSIÓN. Aparte de los métodos
radioactivos, existen otras maneras de medir el paso del tiempo, tales como la
acumulación de sedimentos, el flujo de minerales al mar y la velocidad de
erosión. Todos estos métodos están basados en la actual acumulación y velocidad
de erosión de áreas observadas. Estos métodos se basan en el principio
promulgado por Charles Lyell de que el presente es la clave del pasado y dan
edades bastante bajas. Los resultados de abajo fueron obtenidos, por ejemplo.
Si los índices han aumentado debido a catástrofes naturales (inundaciones,
etc.), los períodos de tiempo serían incluso más reducidos:
La acumulación de sedimentos en
los deltas de ríos es una forma de medir el tiempo. Se basa en saber el número
total de deltas y dividirlo por la velocidad de acumulación anual presente: el
resultado será la edad del delta.
Aplicando
este método, la edad de los deltas ha variado de unos pocos miles de años a
aproximadamente 13-14 millones de años. Se calcula que el delta del
Mississippi, por ejemplo, al cual el río Mississippi causa alrededor de 230
millones de metros cúbicos de sedimento anuales, tiene sólo 4.000 años de
antigüedad. (Wysong, R. L., The Creation-Evolution
Controversy, pág. 163). No obstante, si la velocidad de
transporte inicial fuera mayor, este delta sería más joven. El siguiente
párrafo indica cuán rápidamente fueron formadas las capas y cuántas muestras se
consideraron mayores de lo que realmente son. Es poco probable que el mismo
proceso continuara por millones o billones de años:
El siguiente
caso es un ejemplo de los gravísimos errores que pueden cometerse cuando se
estima la velocidad de los sedimentos: los restos de un indio fueron
encontrados cerca de Nueva Orleans en las capas del delta del Mississippi, y el
Dr. B. Dowler calculó que los restos tenían 57.000 años de antigüedad. Después
de un tiempo, en las capas del mismo delta e incluso más hondo, en el Fuerte
Jackson, un trozo de árbol fue hallado y se demostró su origen en un bote de
Kentucky. Por este motivo, los 57.000 años se redujeron a 200 años como mucho.
El Dr. Dowler había estimado que la velocidad de acumulación del sedimento en
este delta era mucho más lenta de lo que realmente era. Si los errores respecto
a la velocidad de acumulación de los sedimentos son tan grandes, las estimaciones
que se nos presentan respecto a la edad de los bancos continentales y oceánicos
son más de 100 veces más elevadas. (20)
El flujo de minerales al mar ha
demostrado que los océanos tienen sólo entre 100 a 260 millones de años. (Dudley J. Whitney: The face of the Deep [New York, Vantage Press 1955]
/ Chemical Oceanography. Es, by J.P. Riley and G. Skirrow [New York Academic
Press, Vol. 1, 1965] p. 164. See also Harold Camping, "Let the Oceans
Speak", Creation Research Society Quarterly, Vol. 11, [June, 1974], pp.
39-45).
Esto significa que debemos quitar por lo menos 4 billones de años de la escala
de tiempo geológico para que sea coherente con estos métodos. Los cálculos se
basaron en la observación de elementos tales como sodio, níquel, magnesio,
silicio, potasio, cobre, oro, plata, mercurio, plomo, estaño, aluminio y muchos
otros agentes.
Cuando son
medidos el movimiento de estos minerales y sus velocidades actuales, y cuando
el contenido mineral actual de de los mares es conocido, el resultado es un
tiempo muchas veces menor que la edad generalmente presentada de los océanos.
En este caso también, el flujo y el hecho de que el flujo pudo haber sido más
fuerte en el pasado no han sido tenidos en cuenta – el flujo pudo haber sido
más fuerte, por ejemplo, a causa del diluvio mencionado en la Biblia, o porque
algunos de los minerales existían en los océanos desde el principio.
La velocidad de erosión. Un
problema conectado con los largos períodos es la erosión. Los continentes no
pueden tener billones de años de antigüedad porque de lo contrario se habrían
desgastado hace mucho tiempo.
Si establecemos la erosión
actual y las velocidades climáticas como nuestra base, llegamos a la conclusión
de que todos los continentes serán arrastrados a los océanos en aproximadamente
14 millones de años. En los Alpes
europeos, por ejemplo, se estima que la superficie de la Tierra será desgastada
y que bajará aproximadamente un metro en 1.500-4.000 años (Charles Schuchert: "Geochronology, or the Age of the Earth on the
Basis of Sediments and Life"). Si las montañas tuvieran decenas o cientos de
millones de años de antigüedad ya deberían haber sido desgastadas varias veces:
Con la velocidad de erosión actual, todos los continentes
actuales o por lo menos las rocas sedimentarias serían arrastrados a los
océanos en forma de arena en aproximadamente 14 millones de años. Los ríos de
la Tierra llevarían aproximadamente 40 billones de metros cúbicos de agua a los
océanos cada año. Al mismo tiempo, parte de cada continente fluiría al mar:
15-20 billones de toneladas como materia sólida y aproximadamente cuatro
billones de toneladas disueltas. La velocidad de erosión sería tan alta que
Norteamérica, por ejemplo, erosionaría en 10 millones de años (Creation ex
nihilo, 3-5/2000) (…) Lo mismo sucedería con el basalto volcánico en
Paraná, Brasil y Etendeka, Namibia. ¿La erosión de 65 millones de años no
habría desgastado ya las rocas sedimentarias? (21)
Los Alpes europeos han sido formados principalmente
del mesozoico (períodos jurásico y cretácico) y de tipos de roca terciarios, de
los cuales los últimos están en los valles y los primeros sobre montañas más
elevadas (!). Estas capas mesozoicas debieron haber sido gastadas por la erosión
al menos desde el principio del período terciario, es decir, por
aproximadamente 60 millones de años de acuerdo con las mediciones radiactivas.
Si la velocidad de erosión promedio ha sido de un metro cada 2.000 años en los
Alpes (en nuestro tiempo, un metro cada 1.500-4.000 años), aproximadamente 30
km de las capas más antiguas que el período terciario deberían haber sido
desgastadas en ese tiempo. El hecho de que la velocidad de la erosión ha
cambiado no cambia la escala vertical de esta figura. El hecho de que gran
parte de los tipos de roca mesozoica todavía exista en los Alpes es una
evidencia indiscutible en contra de los resultados de las mediciones
radiactivas. (22)
Jari Iivanainen